Fantástico

El género fantástico engloba ficciones cuyos argumentos escapan a la lógica cotidiana, pudiendo desarrollarse en contextos imaginarios con leyes propias pero verosímiles. En otras ocasiones, el componente fantástico puede introducirse en el mundo cotidiano desde el argumento o desde la estética. Entendiendo ampliamente el género, engloba también el cine de ciencia-ficción, que justifica los componentes sobrenaturales desde razonamientos científicos, y el cine de terror. Si bien gran parte de sus fuentes radica en leyendas populares, literatura fantástica y retorcidos hechos reales, en muchas ocasiones sus obras reflejan los temores colectivos de la sociedad del momento.

El género fantástico encontró especial acomodo en el cine de atracciones, constituyendo Viaje a la Luna (Le voyage dans la lune, 1902), del maestro de los efectos visuales Georges Méliès, una de las obras pioneras en la ciencia-ficción cinematográfica. La cinta adapta al estimulante universo del cineasta la obra literaria homónima de Jules Verne. La otra figura clave de los inicios del cine fantástico sería Segundo de Chomón, artífice de obras como El hotel eléctrico (1908).

Metrópolis (Metropolis, Fritz Lang, 1927) imagina un tecnificado año 2000 asentado sobre la férrea desigualdad social entre obreros y señores introduciendo además una particular visión de la figura del mad scientist y anticipándose a posteriores filmes de ciencia-ficción que explorarían la re-creación del ser humano mediante medios artificiales, como Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y A.I. Inteligencia artificial (Artificial Intelligence, AI, Steven Spielberg, 2001).

King Kong (Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933) es uno de las primeros y más importantes filmes basados en el terror provocado por la amenaza que una criatura sobrenatural supone para el ser humano, suponiendo junto con El mundo perdido (The Lost World, Harry O. Hoyt, 1925) el inicio del subgénero de las monster movies.

Lo fantástico en La mujer pantera (Cat People, Tourneur, 1942)queda sugerido mediante sombras, destinado al fuera de campo, de modo que la transformación de Irena en el felino al entrar en contacto amoroso con algún hombre, como el doctor Judd, no es mostrada en pantalla. Se trata de una tensión ambigua que confía en el poder inquietante de la sugerencia, a la vez que se aborda lo siniestro de la introducción de elementos sobrenaturales en el devenir cotidiano sugiriendo un supuesto peligro que subyace al desbocamiento de sexualidad femenina, incluso cuando la protagonista no coincide con el estereotipo misógino de la femme fatale.

La ciencia ficción, género inscrito en el fantástico, señala los sueños y decepciones de una época respecto a su progreso científico o su trayecto ilustrado. Por ello, anclada en epopeyas futuras, supone un arma de doble filo: aunque en numerosas ocasiones propone una crítica al avance de la ciencia, en otras, es usada como descarado instrumento de propaganda al servicio del poder. Así ocurrió en la catastrófica y maniquea La guerra de los mundos (The War of the Worlds, 1953).

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